Read with BonusRead with Bonus

Capítulo treinta y cuatro

—Desde el momento en que te vi, supe que eras especial —susurró en su oído, con el aliento apestando a cerveza rancia—. Toda una dama por fuera, pero más ardiente que un cohete por dentro, solo esperando al hombre adecuado para encenderte —dijo Gary David.

Era demasiado.

—Ya basta. Suéltame, ahora...