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Capítulo treinta y tres

Su rostro permaneció esculpido en piedra mientras sus ojos ardían con una furia oscura. La miró fijamente durante una lenta cuenta de cinco y ella se preocupó un poco de que realmente la tocara, de que esposara su brazo con esa gran mano suya y la arrastrara físicamente fuera del lugar. Chispas corr...