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—¡Idiota! —grité, mientras Jo Jo y Hay Lee acariciaban y calmaban mis manos, rodillas y estómago.

—¿Por qué no dijiste algo antes?

—Lo olvidé, cariño... Lo siento.

¿Cómo pudo olvidar decirme que este carruaje viejo vuela? ¿No sería eso lo primero que le dirías a una mujer embarazada, o a alguien ...