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Capítulo 10

—Oh, Dios mío.

Apoyado contra el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho, sonriéndome, estaba Xavier. Llevaba una camiseta sin mangas negra que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, sus bíceps se abultaban y podía ver el contorno de sus pectorales tensándose a través de la tela. ...