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XC

—Vaya saludo. Podría acostumbrarme a esto —se inclinó hacia mí, con una suave sonrisa en los labios. Su mano derecha estaba en mi cintura, sosteniéndome para que no me resbalara.

—¿Qué quieres comer? Yo invito —le digo.

Su hermoso rostro me dejaba sin aliento cada vez que lo miraba. Nunca había vi...