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XXVIII

XXVIII

Ambos mirábamos el teléfono vibrando, tan silenciosos como siempre. Al observarlo, estoy seguro de que Mariana estaba asustada y yo simplemente sin palabras, no encontraba fuerzas para levantar el teléfono y contestar.

Me empujó con el codo, sus ojos aún pegados al teléfono.

—Contesta.

Ne...