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CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO

El conductor mantuvo la puerta bien abierta para que Lia entrara. A mitad de camino, escuchó su nombre.

Lia se giró hacia la fuente y vio a una mujer luchando por liberarse del agarre de los guardias mientras gritaba su nombre desde una distancia considerable.

—Déjenla —dijo Lia lo suficientemente a...