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CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

Leo llegó al almacén e intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada con llave.

—¡Lia! —llamó Leo y golpeó la puerta, pero no hubo respuesta—. ¿Lia, estás ahí? —preguntó Leo.

Lia intentó responderle, pero no pudo encontrar su voz. Tomó uno de sus tacones y lo lanzó débilmente contra la puerta.

Leo...