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31. Le di lo que quería.

Océano

En el momento en que Kieran suelta mi cuello, escondo mi rostro contra su pecho mientras Octavius grita a todo pulmón.

—¿Qué demonios? ¿Qué demonios, Kieran?

Por lo que puedo ver, Octavius no se mueve de su lugar, y gracias a Dios, Kieran es rápido en agarrar una sábana y cubrirme.

¿H...