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Capítulo cuarenta y uno

—Gen, ¿de qué demonios estás hablando? ¿Puedes abrir la puerta?

Me dejo caer contra ella, mi espalda presionando contra la fría madera.

—Mira, sé que fue un golpe para ti, ver a tu hermano así también fue un golpe para mí. Pero era necesario, Gen, después de todo lo que te hizo, es lo que se merec...