Read with BonusRead with Bonus

Capítulo treinta y nueve

Se siente como si mil dagas hubieran perforado mi piel, no hay un solo par de ojos en esta sala que no estén fijados en mí.

Alex agarra mis manos y me lleva a un lado mientras la puerta se abre detrás de mí, dejando entrar a más personas del frío.

—Gen, ¿estás bien? Te has puesto pálida.

Se tamba...