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48. Soy un maldito idiota.

—Mi Rey, ¿puedo decir algo? —Anto se arrodilló instantáneamente, inclinando la cabeza frente a la más alta Realeza.

Eros estaba furioso; sus movimientos no eran gentiles, ni humanos, todos eran bruscos y apresurados. El hombre dejó que su bestia tomara el control de sus sentidos, era un fenómeno ra...