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23. La princesa es MÍA.

El hombre cubierto de sangre deambulaba por el bosque, siguiendo silenciosamente a la joven. Para cuando ella llegara a casa, Ally no recordaría nada después de que surgiera la conexión entre ellos. Una sonrisa enfermiza se extendió por sus labios, mostrando filas de dientes caninos inhumanos. Ni si...