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8: Un lado de tensión

El día comenzó con un fuerte: —¡Phoenix!—. Era una voz a la que me negué a responder. En su lugar, me aferré a las cómodas sábanas que cubrían mi cuerpo y las subí sobre mi cabeza para bloquear el ruido.

—¡Phoenix Ackerman, será mejor que salgas de esta habitación ahora mismo!—. Aun así, no respond...