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28: Un invitado inesperado

Knock. Knock. Knock.

Gruñí al escuchar los golpes en mi puerta. Era, sin duda, demasiado temprano para que Sebastián esperara que estuviera despierta, y sin embargo, aquí estaba.

—¡Vete! —grité, cubriéndome la cabeza con un cojín suave.

—¿Vete? ¿Así es como saludas a tu mejor amiga? —Y fue ent...