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Capítulo treinta y siete: No me obligues a decírtelo otra vez.

Conrad

Había llegado un poco temprano para recoger a Maya del trabajo. Miro alrededor y mis ojos se posan en una cara familiar. ¡Callum! Está al otro lado de la calle, con los ojos pegados al edificio de oficinas. Ha estado enviando mensajes y llamando a Maya desde varios números en los últimos día...