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Capítulo ciento once: Sería lo mejor.

Maya

—Hola, muñeca.

El sonido de su voz me pone la piel de gallina.

—Me dijiste que te llamara. Estoy llamando. ¿Qué demonios quieres? —siseo.

—Ahora, ahora, sé amable, Maya. Como mencioné en la carta, si no puedo tenerte, tampoco podrá Conrad —responde con brusquedad.

Pongo los ojos en blanco—...