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Capítulo ciento cuatro: Una escapada sorpresa.

Maya

Me despiertan con suaves besos en la frente y mi nombre dicho con dulzura. Gimo, abro los ojos y veo a Conrad sentado en la cama, sonriéndome.

—¿Qué hora es? —pregunto.

—Las seis.

Gimo de nuevo—. ¿Por qué me despiertas a esta hora? —me quejo.

Él se ríe—. Porque vamos a hacer un viaje por c...