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EPÍLOGO

Antes de que esas tazas tocaran el suelo, Taylor ya se estaba dando la vuelta y saliendo de mi habitación. Después de dos horas, quedó claro que no volvería. Intenté llamarlo, pero no contestó ninguna de mis llamadas ni mis mensajes de voz. Me quedé allí en un estado de completo asombro. Quedar emba...