Read with BonusRead with Bonus

EL DECIMOQUINTO

Una mano grande me despierta, y la aparto sin éxito, murmurando incoherencias. Oigo la risa de Taylor.

—Vamos, dormilona. Ya son más de las ocho.

¡Mierda! Se supone que debo estar en el tren en una hora. Me siento, me estiro y miro a Taylor con los ojos nublados. Ya está vestido con un traje impec...