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Epílogo

Tres años después:

Miré hacia abajo, ajustando mi toga. Mi estómago estaba hecho un nudo mientras esperaba que llamaran mi nombre. Era un gran día no solo para mí, sino también para aquellos a quienes amaba. Mis ojos recorrieron la multitud, y mi corazón se aceleró al ver caras familiares.

—¡Oye, ...