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Un hogar al que pertenezco

Luego vino otra contracción, y empecé a maldecir a Nicholas y a su esperma. Me tenía en sus brazos y dentro del coche en un abrir y cerrar de ojos, los demás subiendo detrás de nosotros.

—Aprieta mi mano si te duele. Respira conmigo —Nicholas me sostenía cerca, murmurando en mi oído mientras el coc...