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Capítulo veinticinco

Myra

Horas después, tras disfrutar de una noche mágica con excelente comida, conversaciones profundas y muchas provocaciones sexuales, Myra se encontró de espaldas, tumbada sobre un edredón empapado con sus muñecas atadas por su corbata. Sus pantalones de pijama y ropa interior habían desaparec...