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46. Haciendo las paces

Eden, por enésima vez, se revolvió en la cama, luchando contra la manta que tenía enrollada alrededor de su cintura. La gruesa sábana empezaba a resultarle incómoda. De todas formas, no la necesitaba.

Eran las dos de la mañana, pero el hombre lobo no había pegado ojo. Solo había una razón: Marley. ...