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Cincuenta y ocho.

—Vamos, Maeve —se quejó Colt, casi con petulancia—. ¡Me estás ocultando algo y no es justo!

—Aún no estás lista, Colt —respondió Maeve con desdén, sin siquiera levantar la vista de sus plantas—. Pronto, sin embargo —añadió distraídamente.

Colt suspiró ruidosamente y cruzó los brazos mientras estab...