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28. Troya

Jadeaba sobre él, abrazándolo con fuerza.

Sin decir una palabra, Ares me llevó a la cama y me acostó de espaldas.

Mi mente volvió a mí diciéndome que estuviera alerta, y me incorporé, pero ya era demasiado tarde. Vi los ojos azules y brillantes de Ares mirándome con más lujuria que nunca. Mi coraz...