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Una carrera por su dinero

Raul

—¡OSPREY! BAJA DE AHÍ —grité exasperado por la vez número 18,962 ese día.

Él se rió y se subió a la siguiente rama, y maldije en voz baja. Salté, agarré la rama más baja y comencé a perseguir a nuestro hijo por el árbol. Cada vez que me acercaba, él saltaba a otro árbol.

Dios, no podía esper...