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¡Mantén tus piernas reservadas!

Tras mi comentario a la odiosa Ivy, la mesa quedó en silencio. Lo único que se escuchaba era el ruido de los tenedores y cuchillos moviéndose por la mesa. Les di una pista si querían, que la captaran. Simplemente la llamé Lady Maya. La comida no me atraía en lo más mínimo. A pesar de que estaban mol...