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Parte: 18 reglas

Llegué a casa y empecé a saltar en la cama de alegría. Finalmente, me convertí en su sumisa. Me dejé caer con un golpe en la cama y me dolió el trasero.

—¡Ay, mi trasero! —dije, frotándome el trasero y en ese momento mi teléfono sonó.

Cogí el teléfono y una sonrisa apareció en mi rostro al ver su ...