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53. ALBANY

Hubo unos minutos de silencio seguidos de un resoplido y luego la puerta se cerró de golpe tan violentamente que di un salto. Murmurando maldiciones entre dientes, Severide me rodeó con sus brazos y me atrajo contra su pecho.

—Lo siento —murmuró contra mi cabello.

—¿Q-qué hace ella aquí? —Incliné ...