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CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE

Me desperté sola en la cama. Me mordí el labio inferior con desánimo al darme cuenta de que Graham ya se había ido temprano al trabajo. Forzándome, me senté y apoyé la espalda contra el cabecero.

La puerta del dormitorio se abrió y la señorita Malia entró, sosteniendo una bandeja de desayuno.

—Bue...