Read with BonusRead with Bonus

CIENTO TREINTA Y DOS

POV de Dianna.

Al día siguiente

—¡Oh, Dianna! Serás mi perdición —dijo Tristan mientras sentía cómo yo agarraba sus pantalones. En ese momento, se debilitó y no pudo moverse; lo único que ocupaba su mente era intimar con su prometida, yo.

Sonreí de manera hermosa y seductora, revelando mis hoyuelos...