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Dos

PUNTO DE VISTA DE REHAN

—Sal de mi oficina de una vez —hablé con calma, girando el pisapapeles.

—S-Señor... Necesito este trabajo —repitió la misma frase.

Soplé un poco de aire y giré la cabeza en su dirección. Su rostro estaba lleno de inquietud, miedo y sudor. Mis ojos se posaron en sus dedos temblorosos que intentaban aferrar algunos documentos.

—¿Quieres este trabajo? ¿ENTONCES POR QUÉ DIABLOS TE TOMASTE LA LICENCIA SIN AVISARME? —pregunté, intentando mantener la calma lo más posible, pero todo lo que hizo fue bajar la cabeza.

Maldita sea.

—VETE AHORA.

—Señor, mi esposa estaba enferma, yo... —susurró.

Mis labios se curvaron en una leve sonrisa. ¿Así que le dio prioridad a la salud de su esposa sobre este trabajo? Bien hecho, acabas de darme otra razón para despedirte de mi empresa.

—Ahora tienes dos opciones: o te largas de aquí o esperas a ver cómo me aseguro de que nadie te contrate nunca más.

Su rostro se volvió más pálido y, sin decir una sola palabra, salió.

Empujé el pisapapeles y cayó al suelo, rompiéndose en pedazos.

—Señor, ¿necesita una pequeña distracción? —Tara, mi secretaria, entró, cerrando la puerta tras de sí. Se acercó a mí y se puso entre mis piernas.

Levanté las cejas, pero ella se inclinó más cerca y aflojó mi corbata con sus dedos perfectamente cuidados.

¿Quién soy yo para quejarme? Ella es una distracción de las buenas. Sabe cómo satisfacerme.

Lamiéndose los labios, se quitó la blusa por encima de la cabeza. Sonreí y nuestros labios chocaron. Ella gimió cuando nuestras lenguas se encontraron. La lujuria se encendió en cada fibra de mi ser.

—Tío, te advierto, si no paras con todo esto, un día terminarás con una ETS.

Apreté los dientes cuando la puerta se abrió de golpe y una voz familiar se abrió paso. Tara rápidamente mantuvo una distancia prudente conmigo, fulminando con la mirada a Vishal, quien la miraba con disgusto.

Rodé los ojos y me recosté más en la silla de cuero, presionando los dedos sobre mi frente.

Vishal tiene el peor sentido del momento. Tara se puso la blusa de nuevo y comenzó a caminar hacia la puerta, lanzándole miradas asesinas en todo el camino.

—Oye, idiota.

—Oh, hola de vuelta, transmisor de ETS.

Una vez que Tara salió, él tomó asiento al otro lado de la mesa y comenzó a mover las cejas.

—¿Por qué estás aquí? ¿No tienes trabajo en el hospital? —pregunté ligeramente irritado.

Rodó los ojos y se inclinó hacia adelante para pellizcarme la mejilla.

—VISHAL, TE RETO A HACER ALGO INMADURO COMO ESO DE NUEVO Y CRÉEME, LA PRÓXIMA VEZ TE ENCONTRARÁS EN LA CAMA DEL HOSPITAL.

Suspiró y puso cara de póquer. Apreté los puños frustrado.

¿Qué diablos me pasa? ¿Por qué este patético cambio de humor?

"¿Qué te pasa?" preguntó, su voz teñida de preocupación.

—Vete al diablo.

—Mira, Rehan, soy tu mejor amigo y por el amor de Dios, deja de comportarte como si fuera tu enemigo. ¿POR QUÉ NO PUEDES SIMPLEMENTE DECIRME? —gritó con voz hueca, pero al no recibir respuesta, se bebió todo el vaso de agua de un trago.

—Él eligió la salud de su esposa sobre su trabajo —añadí en blanco y apreté los ojos tratando de evitar su mirada.

—¿Estabas celoso de él, verdad?

Tragué el nudo que se formaba en mi garganta.

¿Celoso? Tal vez.

Después de todo, ese empleado tenía a alguien a quien regresar a casa, a diferencia de mí, que no tenía nada más que esta empresa.

—Fuera. Ahora —afirmé simplemente y él resopló.

—Hermano, me quieres, ¿verdad?

—Vishal, deja de actuar como un marica y ve al grano. ¿Qué quieres? —pregunté ignorando la extraña mirada que tenía, con los ojos muy abiertos y los labios estirados.

Maldita reina del drama.

—He encontrado una novia para ti —me atraganté con mi saliva al escuchar sus palabras.

¿Qué demonios?

—Antes de que me eches de tu despacho, solo escúchame, ¿vale? —dijo en pánico y me lanzó una mirada inocente.

Asentí con dudas y fue entonces cuando él sonrió de oreja a oreja.

—Rehan, me prometiste que harías cualquier cosa por mí. Así que hoy te pido que te cases con alguien de mi elección. Por favor, solo por mí, acepta este matrimonio —explicó de un tirón y luego miró a todas partes menos a mí.

—Destruirás su vida —afirmé.

—No es una mujer común. Tiene un corazón de oro y créeme, Rehan, algún día me agradecerás por arreglar tu matrimonio con ella —exclamó felizmente.

Tuve ganas de reírme de su estupidez. Puede que termine casándome con alguien de su elección, pero ni siquiera mi esposa podrá cambiar algo en mí.

Vishal es mi amigo, pero aún hay muchos secretos de los que no está al tanto. Si tan solo supiera, definitivamente nunca habría intentado organizar mi boda con nadie.

Una persona como yo no merece todo esto. Había hecho cosas terribles que eran difíciles de olvidar. Ese dolor, esa culpa, esa agonía no eran algo para olvidar. Habían atrapado mi corazón.

La mujer con el corazón de oro nunca podrá reparar mi alma destrozada.

—Mírate, Rehan. Eres uno de los solteros más codiciados, bendecido con la apariencia perfecta y todas las riquezas. Cualquiera moriría por casarse contigo, pero aún a los veintisiete años, estás soltero. Pero no me quejo, de hecho me alegra que estés soltero porque si alguien merece ser tu esposa, es Mayra, solo ella.

No lo entiendes, Vishal, nadie merece ser la esposa de una pesadilla como yo.

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