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CAPÍTULO VEINTICINCO

Después de que toda la paja se quemó y el cuerpo de mamá se convirtió en polvo, todos entramos bajo la luz de la luna, aún no habíamos cenado y ya era bastante tarde. Abuela se había ido y había retirado la olla del fuego antes, y debería seguir estando caliente. —Annah, ven conmigo a mi despacho —d...