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9. ¿Ser descuidado?

Al atarle las manos al cabecero de la cama, ella suplicó: —No, Aaron, por favor, no lo haré de nuevo —dijo débilmente, a lo que él se rió y negó con la cabeza. —Sé que no lo volverías a hacer, pero cariño, te mereces un castigo —dijo, rasgando su blusa sin esfuerzo, haciendo que sus ojos se abrieran...