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125. Rescatado por María

Sarah se retorcía bajo su agarre. Estaba haciendo todo lo posible por liberarse, pero no podía moverse ni un centímetro. Su agarre era fuerte como el acero. Henry sonreía ante su retorcimiento bajo él. Sus ojos llenos de lujuria la hacían sentir asqueada. —¡Henry, por favor, déjame! —se esforzaba ba...