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CAPÍTULO NOVENTA Y SEIS

Elisabeth.

—¡Finalmente en casa! —digo al entrar en la mansión, sosteniendo a Thiago en mis brazos.

—Deja el drama, mujer.

Pongo los ojos en blanco ante mi cuñada.

—Me importas un carajo, perra.

Ella parece ofendida.

—¡Qué agresiva! —se lleva la mano al corazón y ríe ligeramente.

—Te quiero, ...