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CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO

Dylan aparca el coche en el garaje y salimos inmediatamente, dirigiéndonos hacia la mansión, muy cansados. Sin embargo, no me arrepiento de estar cansada. Fue la mejor cita que he tenido, de hecho, nunca pensé que una cita pudiera ser tan genial. Nos desplomamos en el sofá, agotados, y apoyo mi cabe...