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CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO.

Elisabeth.

Me detengo en cuanto mis ojos se posan en el espejo y me miro de pies a cabeza, notando pronto que llevo puesta la camisa de Christopher, la reconozco por el olor. ¡Huele tan bien! Pronto observo la bañera y la urgencia de meterme es enorme, pero hago un puchero porque sé que si me meto ...