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CAPÍTULO CUARENTA Y TRES

Elisabeth.

Entramos en el comedor y observo el lugar, encantada.

—Vaya, esto es realmente hermoso —digo, asombrada por el espacioso lugar, adornado con muebles clásicos y decoraciones doradas, igual que mi dormitorio. Hay una hermosa lámpara de araña sobre la mesa, que brilla intensamente—. A uste...