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CAPÍTULO TREINTA Y UNO

Después de que Lorenzo sale de la habitación y me deja sola, decido tomar una ducha para intentar relajarme un poco. No quiero salir de la habitación, pero siento que voy a quedar mal si me quedo aquí. Dejo escapar un pequeño suspiro cuando veo mi reflejo en el espejo; estoy muy delgada y con ojeras...