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Capítulo 489 Ni un minuto menos

Los ojos de Aurelia estaban rojos en las esquinas.

—¡Rosalind, vámonos. Le debes una disculpa a mi mamá!

Rosalind sabía que no podía escapar hoy. Preguntó cautelosamente —Después de visitar la tumba, ¿me traerás de vuelta? Mi nieto está dormido ahora. No puede quedarse afuera mucho tiempo, o la es...