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Capítulo 41 Te deseo la felicidad eterna

Chelsea resopló.

—No te preocupes. Te lo daré. Una cadena rota que nadie recogería de la calle, y sin embargo, tú la valoras tanto.

—Chelsea, te lo advierto de nuevo. Mi madre es intocable. Si te atreves a decir algo malo sobre ella o sus cosas, no me culpes por ser descortés.

Chelsea lo encontró...