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Capítulo 8 Las pertenencias de Michelle

—¡Basta!

El rostro de David se oscureció. Miró a Kayla, quien había corrido a sus brazos llorando, y luego miró a Abigail con molestia.

Suavizó su tono, fingiendo seriedad, y le dijo a Abigail:

—Abigail, no seas irrazonable. Jessica aún es joven e ingenua. Solo tolérala, ¿de acuerdo?

—¿Joven? —A...