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Capítulo 2 Propuesta

Al darse cuenta de lo ambigua que era su posición, Abigail se sonrojó de inmediato. Se levantó rápidamente, sintiéndose un poco avergonzada, y explicó en voz baja:

—No, se me durmieron las piernas.

Gregory respondió con una agradable risa, aunque no estaba claro si le creía o no. Su voz suave y profunda tenía un efecto calmante. Abigail se sintió influenciada por ella. Le gustaba su voz. Se frotó las orejas con curiosidad y preguntó:

—Señor White, ¿cómo terminó aquí?

Gregory respondió sin cambiar de expresión:

—Pasaba por aquí.

Vio a esta pobre mujer parada junto al camino bajo la lluvia, luciendo desamparada y agraviada, como un gato abandonado. Abigail asintió en señal de comprensión, pero no sabía qué decir. Acababa de experimentar una traición, sintiéndose física y mentalmente agotada. Todo lo que quería era encontrar un lugar para calmarse.

Gregory la miró y preguntó:

—¿Quieres venganza?

—¿Qué? —Abigail lo miró confundida, sin entender el significado de sus palabras.

Gregory pareció entender su confusión y preguntó pacientemente:

—Roman te traicionó. ¿Vas a dejarlo ir sin más?

La expresión de Abigail cambió drásticamente, poniéndose alerta.

—¿Cómo sabes eso?

Si Gregory lo sabía, ¿entonces los otros miembros de la familia White también lo sabían? Si ese fuera el caso, todas las duras palabras que había dicho frente a Roman y Jessica se convertirían en una broma.

Gregory la miró con una leve sonrisa.

—Estoy dispuesto a ayudarte, pero tengo condiciones. Quizás quieras escucharme primero.

Abigail levantó una ceja, curiosa por saber qué tenía en mente.

—¿Qué condiciones?

La voz de Gregory era calmada y compuesta cuando respondió:

—Necesito una esposa, y tú pareces encajar bastante bien.

Abigail no pudo evitar pensar que debía haberlo oído mal. Gregory era un soltero codiciado, y podía tener a cualquier mujer que quisiera. ¿Por qué la necesitaría a ella?

Gregory vio su incredulidad y negó con la cabeza.

—No estoy bromeando. Mi madre me está presionando para que me case, y necesito a alguien que me ayude. Si aceptas, puedo ayudarte a romper tu compromiso con Roman.

Abigail estaba atónita, incapaz de comprender por qué alguien como Gregory la elegiría a ella de entre todas las personas. Lo miró con incredulidad, buscando una respuesta en sus ojos.

Gregory sostuvo su paraguas, protegiéndola de la lluvia que había comenzado a caer de nuevo. Las luces tenues de la calle iluminaban la mitad de su rostro mientras la otra mitad quedaba oculta en sombras. Esto añadía un toque de misterio a su ya atractiva figura.

Con una punzada de disgusto hacia Roman, Abigail se dio cuenta de que Gregory estaba muy por encima de él. Su racionalidad trataba de razonar con ella, pero su corazón no podía evitar sentirse influenciado.

—¿Por qué yo? —logró preguntar finalmente, su voz llena de duda—. Con tu poder y apariencia, podrías tener a cualquier mujer que quisieras.

Gregory explicó:

—Necesito a alguien que entienda su origen y pueda alinear sus intereses con los míos. Tú cumples con todos esos criterios.

Abigail estaba indecisa, tratando de decidir si aprovechar esta oportunidad inesperada. Pero antes de que pudiera tomar una decisión, Gregory se inclinó más cerca, su voz baja y seductora.

—¿No quieres que Roman te respete? Y si te casas conmigo, Jessica tampoco tendrá ninguna oportunidad de casarse con él.

Los ojos de Abigail se iluminaron con una nueva emoción. La idea de casarse con Gregory, lo que haría que Roman fuera su subordinado, la intrigaba.

Al mirar a Gregory, no pudo evitar sentir una punzada de arrepentimiento. Se rumoreaba que Gregory ya tenía treinta años y no tenía una mujer a su lado. La gente especulaba que o le gustaban los hombres o tenía algún problema físico. Ahora, esos rumores parecían ser ciertos. No es de extrañar que quisiera proponerle un acuerdo matrimonial. Después de contemplarlo por un momento, Abigail preguntó con vacilación:

—Señor White, probablemente Grace no estará de acuerdo, ¿verdad? Ella todavía está comprometida con Roman hasta la cancelación formal del compromiso. Si se casa con Gregory, definitivamente habrá rumores.

A pesar de las preocupaciones de Abigail, Gregory permaneció tranquilo. Ni siquiera frunció el ceño.

—No te preocupes, yo me encargaré de este asunto.

Tranquilizada por sus palabras, Abigail ya no tenía preocupaciones y aceptó de inmediato:

—¡Está bien, te lo prometo!

—Entonces, vamos —los labios de Gregory se curvaron ligeramente. Bajó la cabeza para ocultar las emociones en sus ojos y abrió la puerta trasera. Usó su mano para sostener el techo del coche, protegiendo consideradamente la cabeza de Abigail. Sus acciones caballerosas y cuidadosas se asemejaban a cómo se trataría a un amante íntimo. Abigail se sorprendió por sus pensamientos, sus mejillas se sonrojaron ligeramente mientras se subía rápidamente al coche.

Aunque el vehículo tenía la calefacción encendida, no pudo evitar temblar. Abrazó sus brazos, apoyándose en el asiento, deseando poder acurrucarse en una bola. De repente, una mano hermosa le entregó una toalla. La voz de Gregory era calmada:

—Sécate, no te vayas a resfriar.

Abigail expresó su gratitud y tomó apresuradamente la toalla, secándose el cabello húmedo. El coche estaba en silencio, con solo el sonido de ella secándose el cabello. La atmósfera se sentía algo inquietante. Abigail se sentía incómoda, aclaró su garganta y, fingiendo estar tranquila, preguntó:

—¿Vamos a casarnos ahora?

Gregory la miró de reojo, su expresión llena de significado.

—Podemos, pero ¿estás segura de que quieres ir así?

Abigail siguió su mirada y se examinó a sí misma. Solo entonces se dio cuenta de que su cuerpo estaba completamente empapado y en desorden. Sus mejillas se sonrojaron de inmediato. Se sintió muy avergonzada. Casi se olvidó de que estaba empapada por la lluvia, y su camisa blanca se pegaba firmemente a su piel, revelando incluso el color de su ropa interior. Esta apariencia no era adecuada para una boda. Además, ¿su tono anterior implicaba que estaba demasiado ansiosa por casarse con él? ¿Lo malinterpretaría?

Abigail lo miró cautelosamente de reojo y finalmente suspiró aliviada al ver que él permanecía impasible. Leo Brown, que conducía el coche, no pudo evitar sentirse emocionado al mirar el asiento trasero a través del espejo retrovisor. Gregory estaba actuando de manera muy fuera de lo común, subvirtiendo completamente la comprensión previa de Leo sobre él.

De hecho, habían esperado fuera del hotel toda la tarde. Leo había venido originalmente con Gregory para una negociación de negocios. Sin embargo, antes de que siquiera salieran del coche, vieron a Roman y a la hermanastra de Abigail, Jessica, entrar juntos al hotel. Al darse cuenta de los sentimientos de Gregory por Abigail, Leo le indicó de inmediato que enviara un mensaje anónimo pidiéndole que atrapara a su esposo engañándola en el hotel. Al principio, Leo no entendía por qué Gregory tramaba contra su sobrino, pero ahora todo tenía sentido: a Gregory le gustaba Abigail. No es de extrañar que Gregory siempre la mirara con ojos extraños. Leo se dio cuenta de que Gregory había estado enamorado de Abigail desde hace tiempo.

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