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Capítulo 108 Vienen cosas buenas

Gregory adivinó lo que Abigail estaba pensando y se rió. Se inclinó y susurró:

—Estamos casados, así que puedo leer tu mente.

Abigail no se lo creyó.

—Entonces, ¿por qué no puedo leer la tuya?

Gregory tomó su mano y la colocó sobre su corazón, sonriendo.

—Tal vez se necesite una conexión sincer...