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Punto: Abrumado

Ella caminó hacia su oficina, sorbiendo por la nariz y, una vez más, maldiciendo esas estúpidas hormonas que le impedían mantener la compostura. El bebé se había calmado de nuevo y se acurrucaba en su pecho, hambriento.

Cerró la puerta con llave detrás de ella, consciente de que si Henry quería seg...