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Jillian: El arte de la sutileza

Ella yacía en la cama, escuchando el suave sonido de la respiración regular de Jack. Él estaba dormido, y ella sentía que iba a salirse de su piel.

«Puedes parar ahora», le dijo a Zephyr.

Otra ola de calor recorrió su cuerpo, y frunció el ceño. Un pulso sordo le dolía en su núcleo, y se retorc...