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Odin: El regalo

Alineó el tiro, y Basil dijo:

—No puedes hacerlo. Ambos lo sabemos.

Odin lanzó la piedrecita, y esta rebotó en el borde de la taza de hojalata.

—¡Oh! ¡Estuvo tan cerca! —dijo, mostrando sus dedos separados por una pulgada, mientras Basil reía y aplaudía.

—Gané otra vez, Wolfie.

—Tengo los dedos...