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Parte noventa

Adrian Peters se sentó en su coche y observó la casa. La casa que estaba vigilando pertenecía a Marrick Goldman. Había vivido en esa casa durante diecisiete años con su esposa, Susan, y sus cuatro hijos. Los niños eran Jackson, de catorce años, Rupert, de doce, Sumari, de nueve y Kyle, de cinco.

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